Personajes Alfonso Diez |
* Manipulaciones de AMLO En menos de dos meses cumplirá Felipe
Calderón su primer año como Presidente de México.
Quedaron atrás los acontecimientos del 2 de julio de 2006 y la
incertidumbre de los meses siguientes.
Diversos personajes acaparan los reflectores.
Pero la realidad es que la crítica periodística ha vivido confundida y
en consecuencia la mayor parte de los analistas ha errado el camino.
Achacan al gobierno, a las instituciones, a un código electoral
defectuoso, a unos consejeros corruptos y a un candidato que cometió un fraude,
dicen, todo lo que sucedió a partir del 2 de julio.
Pero no es así.
La realidad es que todo ha sido debido a la manipulación de un
individuo.
Andrés Manuel López Obrador declara que no acepta los resultados del 2 de julio y que las
elecciones fueron un fraude.
Se sienta en una silla en el zócalo de la Ciudad de México con una
cinta tricolor bajo el saco que asemeja una banda presidencial y se autonombra
presidente legítimo de México.
Juez y parte. Manda a las instituciones al diablo tras desconocer absolutamente
todas las resoluciones jurídicas que otorgan el triunfo a Felipe Calderón, al que sigue llamándole pelele.
Juez y parte. Es parte de un proceso que cuando pierde resuelve no
aceptar y se erige por encima de cualquier dictamen que no lo favorezca.
Hasta este punto, todos los señalamientos trazados por él para probar
el fraude han caído uno tras otro.
Sin embargo, nombra un gabinete que por lo menos de nombre estará a su
lado los próximos seis años y emprende una gira por la república. Determina que
todos, los integrantes del por él llamado gabinete y él mismo, tendrán cada uno
un salario mensual de $50,000.00.
Al analizar los acontecimientos de los últimos 15 meses y medio muchos
han pensado que López Obrador está
actuando de manera honesta conforme a su verdadera idea de que él ganó las
elecciones y que Calderón le arrebató el triunfo mediante un fraude.
Pero no es así.
López Obrador sabe perfectamente lo que sucede con los candidatos a la presidencia
que pierden.
Salvo raras excepciones, son relegados y toma el turno el mejor
elemento del partido para buscar el triunfo (Ortega y Gasset decía que “las masa siempre se equivocan” y en
consecuencia no podemos estar seguros de que siempre sea el mejor elemento del
partido el seleccionado).
Para evitar que esto le sucediera, Andrés Manuel tejió lo de la presidencia legítima.
Esto le permitirá seguir durante todo el sexenio en la mira de los
medios y obligará, piensa él, a los miembros de su partido a elegirlo
nuevamente como su candidato.
Están con él o contra él.
Y al que esté contra él hay que expulsarlo del partido, denostarlo,
destruirlo.
Hay que descalificar e insultar a los que no sigan sus instrucciones.
El golpe va contra aquellos que verdaderamente podían tener
aspiraciones legítimas de ser candidatos a la presidencia por el PRD.
Aunque conserven una sonrisa en los labios cada vez que AMLO les grita, les da instrucciones,
les dice cómo actuar como políticos, la realidad es que tanto los coordinadores de los diputados y los
senadores en el congreso por el PRD como Marcelo Ebrard, Jesús Ortega y el mismo Ricardo Monreal están en la mira del
tiro al blanco de López Obrador.
Esto es más que evidente. Son los que han construido su carrera
escalón por escalón. Son los que se han fajado con su líder a lo largo de los
últimos años. Han dado la cara por él, lo han defendido contra todo y contra
todos.
Y si López Obrador hubiera
ganado las elecciones en 2006, alguno de los mencionados podía haber sido el
candidato para el 2012.
Pero la gira de 6 años por toda la república de López Obrador se los va a impedir. El deseo de su jefe de volver a
competir (aunque todo indique que tendrá menos votantes y perderá) no los
dejará luchar por ese lugar al que legítimamente podrían aspirar.
El dicho dice “renovarse o morir”, pero a Andrés Manuel no le interesa la sangre fresca, no quiere cambios en
su partido (porque ya se lo apropió, dejando fuera al mismo fundador, Cuauhtémoc Cárdenas).
Toda su estrategia está enfocada a no permitir que nadie intente ser
el candidato del PRD a la
presidencia de la república, tiene que ser él otra vez.
Por otra parte, ¿qué iba a hacer durante seis años si no se
autoproclamaba presidente legítimo con un salario mensual de $50,000.00?.
¿Quién iba a pagar la escuela y los gastos propios y de sus hijos?
No, no se trataba de llevar adelante un apostolado… sin sueldo, sin canonjías.
Se trata de resolver sus problemas económicos apremiantes y dejar
atrás, de destrozar a cualquiera que quiera ser presidente de la república por
el PRD en 2012… ¿A quién se le
ocurre no apoyar a AMLO? ¿Qué no
saben que es el iluminado, el rayito de esperanza que México necesita?
Desafortunadamente, eso va a significar menos votos para ese partido,
menos posiciones en el congreso y en los estados y probablemente el principio
del fin.
Lástima, podíamos haber tenido nuevas ideas, nuevos discursos, nuevas
propuestas para el 2012, pero la obcecación de un solo hombre los lleva al
derrumbe.
Por otra parte, López Obrador está en evidente precampaña por la presidencia, una precampaña de seis años.
A la hora del registro de candidaturas se tendrá que aplicar el Código Electoral y se aplicarán multas,
sanciones y tal vez impedimentos a los candidatos con precampañas largas.
Andrés Manuel no va a aceptar que lo suyo fue una precampaña: “Estaba yo formando
conciencia contra el pelele, contra la derecha, contra la gente del dinero…” va
a decir, pero él sabe, sus seguidores saben, todos sabemos que todo lo que hace
es para buscar la presidencia en el 2012, ¿Y lo que hace, entonces, no es una
precampaña?.
Si de honestidad se trata, como él mismo ha dicho, que compita en las
mismas condiciones que los demás candidatos, con el tiempo de precampaña que
señalen los lineamientos electorales (que desde luego no son seis años) y que
permita que otros también puedan buscar la candidatura en su partido.
Eso sería lo honesto. |